Dos veces caí en sus redes
y dos veces salí de ellas.
Dos veces me rendí a mujeres
y dos veces sentí la pena.
Dos veces lloré amargamente
y dos veces sentí sin medida
el amor correr por mis venas.
Ya dice el refrán
que no hay dos, sin una tercera.
Después de dos veces
puedo gritar muy alto
¡Me enamoré una tercera!