Precipitado en la campiña verde,
frondosa de tu estupidez forzosa,
de tu arrogancia inútil de tiempos remotos, eres el mayor castigo
impuesto a nuestro entorno pacífico.
Renuncio al simple escándalo
de tu aterciopelado metabolismo déspota, demacrado en el suicidio de tu juicio
de tu ínsula meditabunda extraplana
eco de tu solitaria neurona.
Insuflado del vigor de tus hazañas
que renuncian por ti
de tu condición humana,
hazañas que son el escondite
de tus vergüenzas decadentes…
Huye, escóndete en las violencias