Sin nada en mi vacía cara
y la mirada prendida en la solapa
tus pensamientos me desnudan el alma
para helarme la fibra, para matarme la sonrisa.
Tu batalla está ganada antes incluso de disparar las salvas
traicioneras y certeras, crueles y explosivas.
Sin gota ya en mis vacías venas
y la sangre esparcida en la camisa
tus besos ahogan mis gritos
para evitar los refuerzos, para evitar las treguas.
La victoria es tuya antes incluso de comenzar la guerra
cruel y sangrienta, vil y rastrera.
Sin la marcial marcha guerrillera
y las campanas tañendo en la campiña
tus postreros ataques destruyen mis defensas
para vencer mi oposición, para conquistar mi bandera.
La triunfal entrada de tus huestes guerreras
sofocan la rebeldía, aniquilan mi milicia.
Y en el potro de las más dulces torturas
reconozco que, esta es mi derrota.