la sombra pasa y yo me aferro a ella,
bajo mis pies descalzos, siento la arena moldeando mis huellas,
el mar acuna las olas, que desdibujan la playa.
La sombra pasa, ya no nubla mi vista
yace en el olvido todo en silencio, un cúmulo de males rancios.
La luz de un sol dorado y radiante me devuelve de un abismo impuro,
la sombra pasa, de un negro atroz, a un blanco puro.
Pasa y sigue pasando y todo lo extraño, lo inútil, lo malo, se va borrando.
El manto gris que cubría los recuerdos, se disipa en volutas de humo,
la sombra pasa y la oscura cortina, manto incluso que me cubría antaño
ya no entorpece mis vacilantes pasos.
La sombra pasa y siento tus labios libar los míos
en la comunión del sueño, en el acompasado latido sordo.
La sombra ya disipada, lejana, vulgar nubecilla
da paso a un mañana de armonía, a un renacer de cuento.
La sombra, siempre ella, cernida sobre mi cabeza, nublando mis ideas
¿Será cierto que pasa? Sí , la sombra pasa
y al volver la vista al lejano horizonte de mi vida,
parece vagar sin rumbo, alejándose mucho.
El eco de tu voz resonando en mis tímpanos,
el latido de tu pecho acompasado y nítido,
la caricia recreándose en tu piel,
las miradas azuladas tímidamente chocando.
Es definitivo, la sombra pasa
y el día claro, como mis sentimientos
amanece de nuevo después de una larga noche.