Cuando más de mil lunas pasen por mi vida
cuando la naciente primavera se torne cálido estío
y de nuevo de los árboles se desprendan las hojas secas.
Entonces, sólo entonces, sanarán mis heridas.
Sólo mi alma sabe la pena que me atenaza,
el duro frío que hiela mis huesos.
Yo grito a los vientos ¡Libertad!
Libre al fin algún día, libre de mis cadenas
pesadas y frías que atenazan mi alma.
Libre, quiero ser libre, quiero volver la vista
y no sufrir la pena de unos recuerdos duros
que hielan mi corazón y nublan mis ideas.
Libertad para volver de nuevo un día
a sentir el cálido palpitar de un renovado corazón.