Estoy a punto de quemar mis últimos segundos de insistencia
y borracho de un amor que me ardió de dentro a fuera
fui el único que salió herido.
Y tú, heroína de mi cuento de hadas
siempre acabas con la última palabra.
¡Ya no! Ayer fueron mis vientos de letrado
los que segaron tus palabras
para colmar tu llanto.
Hoy en el último segundo de mi vieja vida
me ahogo en el río de tu llanto
para soñar con la salvación de mi sonrisa.