Ilota de tu cuerpo, naufrago en tu mar Egeo, argonauta hacia el olvido.
Mi historia ya la cantaban en Efeso, ya la vaticinaron en Delfos…
Con tus lapidarias frases, esculpidas en mármol frío, que tu maestría convirtió en arte
construí los muros de mi plaza inexpugnable en mi Atenas del alma.
¿Qué circo planeaste, para distraer mi conciencia populacha?
Mostrabas fieras disfrazadas, atletas hercúleos, aguerridos guerreros…
La tragedia la fue narrando un poeta heleno, trasmitida de boca en boca por el pueblo…
Adoctrinaste mi libertad en el ágora de tu tiranía demócrata,
Mi Atenas no se rindió entonces, no se rendirá ahora…,
para recuerdo de los hombres que sometiste a tu espartano yugo.
En el seno de tus Termópilas perdí una batalla, para ganar toda una guerra,
Persia, el sacrifico pasará a la historia,
pereció el heraldo en su carrera pero el mensaje me llegó al alma…
¡Mi Atenas no se rindió entonces, no se rendirá ahora…!